dissabte, 1 de desembre del 2007

Maulladores

Los Maulladores viven en sus sombras como tinta, húmedas y negras,
y lenta y suave su campana toca cuando te devora la ciénaga.
La ciénaga te traga, si te atreves a golpear, llamando a su puerta,
mientras miran las gárgolas, sonrientes, y derraman aguas infectas.
Junto al podrido pantanal lodoso lloran los sauces encorvados
y los cuervos se yerguen tenebrosos, graznando según van soñando.
Sobre las Montañas Mecerros, por fatigoso camino,
donde son grises los árboles, en un valle enmohecido,
a la orilla de un estanque sin viento y marea, oscuro,
sin ver el sol ni la luna, hay Maulladores ocultos.
Los Maulladores moran en sus sótanos húmedos, fríos y profundos,
y encerrados en ellos, cuentan oro con sólo un candil moribundo.
Mojada la pared, gotea el techo; por sobre el suelo, sus pisadas,
van suavemente, con un chapoteo, furtivamente hacia la entrada.
Espían con malicia; van buscando un hueco sus sensibles dedos,
y cuando han concluido, con un saco se llevan y guardan tus huesos.
Sobre las Montañas Mecerros, por la senda solitaria,
allende el marjal de Tode, y la sombra de la araña,
por los árboles colgantes, cruzando la hierba de horca,
con Maulladores te encuentras, Maulladores te devoran.
Maulladores, J.R.R. Tolkien